Junto a Aleksandr Bogdánov, Lunacharski fue uno de los fundadores del movimiento artístico proletario, Proletkult.
[2] Intelectual culto favorable a las reformas, Lunacharski carecía, empero, de talento administrativo.
Salvó muchos edificios históricos que ciertos bolcheviques querían destruir, apelando a su valor arquitectónico.
[4] Aunque su dimisión fue rechazada, finalmente se lo reemplazó en septiembre por un ferviente partidario de Stalin, Andréi Búbnov.
[4] En 1930, Lunacharski representó a la Unión Soviética en la Sociedad de Naciones y en 1933 Stalin lo nombró embajador en España.
Escribió algunos dramas históricos: Tomás Campanella (1920), Oliver Cromwell (1920), Don Quijote liberado (1923), Fausto en la ciudad etcétera.
Otras obras suyas son Siluetas revolucionarias, Un decenio de cine soviético en textos (1919-1930): el sistema tras la fábula (Campos visuales), Los destinos de la literatura rusa, Sobre educación y Así era Lenin (Moscú: Nóvosti, 1981), entre otras.