A raíz de una huelga general fallida en 1947, el Partido Comunista de Japón (PCJ) intervino para organizar las asociaciones universitarias separadas en una única organización a nivel nacional.
A raíz de ello se organizan grandes marchas dando una alianza entre estudiantes, obreros e intelectuales.
Ante todo, cada vez más ciudadanos se fueron sumando a la protesta callejera.
Durante el enfrentamiento, la líder estudiantil Michiko Kamba muere a manos de la policía generando así un rechazo mayor al gobierno.
Las divergencias teóricas y prácticas aplastaron el potencial revolucionario del movimiento estudiantil.
“En ese año los situacionistas se reúnen en París con T. Kurokawa y Toru Tagaki, delegados del grupo filoanarquista japonés ‘Zengakuren’"[6].
Tal postura se demostraba en la consigna central del movimiento: Hantei Hansuta ( “antiimperialismo, antiestalinismo”[6]).
Para la década de los sesenta la influencia del Zengakuren en el ámbito estudiantil se había reducido importantemente, no solo la derrota frente al Tratado había afectado la moral del movimiento, sino que el extraordinario crecimiento económico alteraría la composición de la sociedad, sobre la que se extendía un fuerte sentimiento de apatía política e individualismo.
En el libro Tratado para las juventudes en sublevación, se describe al Zenkyōtō como un diversificado movimiento radical de estudiantes de ultraizquierdas, que agrupaba a grupúsculos opositores a las tendencias generalmente dominantes del reformismo del Partido Comunista Japonés y sus sindicatos, como de la admiración estalinista al bloque del este, el cual consideraban una variedad del capitalismo realmente existente.
Cada facción perteneciente al Zenkyōtō poseía sus propias características, pero todas ellas “con una cosa en común, que es el deseo de ver una revolución en Japón[9]".
El Zenkyōtō que originalmente estaba limitado a solo dos universidades, se extendió rápidamente por todo Japón, así mismo esta extensión del movimiento fue de la mano con su radicalización.
Sin embargo, según una amplia variedad de estimaciones, incluso en las universidades, que eran los epicentros del movimiento, los participantes ―entre activistas comprometidos y meros simpatizantes― representaban no más del 20% de la población estudiantil total.
[10]La escena artística no fue para nada homogénea, al igual que las corrientes políticas del movimiento estudiantil, existían varias vertientes que bien chocaban entre ellas y no terminaban de cuajar de todo en la escena.
Las controversias relacionadas al debate, así como el enorme interés que existía respecto a este tenían relación por un lado con las antagónicas posiciones entre ambas partes y por otra con la inmensa fama que gozaban en la cultura japonesa de ese momento[12].
Mishima diría lo siguiente a propósito de las ganancias: “Yo gasté mi parte en los uniformes del Tate-no-kai, supongo que ustedes van a gastar su parte en cascos, garrotes y bombas molotov.
[13] En algunas partes de su intervención Mishima destaca los posibles puntos en común que incluso permitirían una alianza entre izquierdistas y derechistas, y aprovecha de responder a un afiche puesto en la entrada campus en que se le describía como un “gorila anacrónico” reconociendo ser en efecto un “primitivo”[12].Los puntos en común que proponía Mishima no solo eran un intento vano de mediar entre ambas posturas, sino que reconocía tanto en él como en el Zenkyoto respuestas distintas frente a un mismo fenómeno: la modernización acelerada de la sociedad japonesa de la posguerra, la perversión del mundo y la destrucción de la tradición que despertaba una nostalgia transversal.
Posterior al debate, Mishima aseguraría haberlo disfrutado y diría lo siguiente acerca de los estudiantes:Sentí simpatía por ellos.