En la semana posterior al atentado contra Graziani, varios etíopes sospechosos de oponerse al gobierno italiano fueron capturados y ejecutados,[8][11] incluyendo miembros de la aristocracia e intelectuales.En 1936, después de capturar Jijiga, Graziani se encontraba visitando una iglesia etíope ortodoxa en la localidad cuando cayó por un agujero en el suelo enfrente del altar que había sido disfrazado con un tapete ornamentado encima; Graziani quedó convencido de que este atentado había sido preparado para lastimarle o matarle y causó en Graziani una especie de odio paranoide y sospecha contra el clero cóptico.[7] En la multitud que se formó ese día había dos jóvenes eritreos viviendo en Etiopía llamados Abraha Deboch y Mogus Asgedom que habían llegado a Etiopía antes de la invasión italiana para estudiar pero que no pudieron lograrlo debido a la guerra.[21] La ceremonia italiana empezó de manera normal: Graziani dio un discurso, un número de etíopes notables saludaron y expresaron sumisión a la administración italiana, aviones de la fuerza aérea italiana volaron en formación sobre la ciudad y a las 11 de la mañana Graziani empezó a repartir las limosnas a los pobres y sacerdotes reunidos.Lograron lanzar unas 10 granadas antes de huir exitosamente entre la confusión mezclandóse entre la multitud.[24] La respuesta italiana comenzó de inmediato cuando los carabinieri dispararon indiscriminadamente contra la multitud en respuesta a las explosiones y el secretario federal italiano Guido Cortese utilizó su révolver personal para dispararle a los dignatarios etíopes que habían sido invitados por la administración italiana para el evento.[21][29] En tres días, los italianos mataron a entre 19,200 y 30,000 etíopes tan solo en Adís Abeba.[16][31] Pero el gobierno fascista iría más lejos y expandiría la masacre con una subsecuente purga y genocidio: el atentado le proporciono a Mussolini un pretexto adecuado para implementar una orden que había planeado desde el 3 de mayo de 1936 y que consistía en la masacre de intelectuales y todos aquellos etíopes que tuvieran educación universitaria;[13][32][33] el mismo día del atentado, un tribunal militar fue constituido que, para esa misma noche, había enjuiciado y ejecutado a 62 etíopes en la prisión Alem Bekagn de Adís Abeba.[35] El día siguiente, durante la fiesta del santo Tekle Haymanot, 293 monjes y 23 laicos fueron fusilados, lo cual era la población total del monasterio, aunque otras fuentes ponen la cifra de muertos en 1,500 o hasta 2,000.