A mediados del siglo XV, los aztecas construyen la calzada-dique que uniría la ciudad con las chinampas de Xochimilco.
A principios del siglo XX, Porfirio Díaz se propuso desagüar el valle de México.
Nabor Carrillo proponía una estrategia para: terminar las inundaciones; abastecer de agua a la zona metropolitana; recargar los acuíferos y limpiar el aire.
Se asignan 10 mil hectáreas al proyecto, a cargo de Cruickshank.
Inspirado en el proyecto Texcoco pero de manera más ambiciosa, un grupo de arquitectos (en particular Teodoro González de León , Alberto Kalach, Gustavo Lipkau y Juan Cordero), urbanistas, ingenieros, filósofos, políticos y biólogos mexicanos han retomado el espíritu del proyecto Texcoco para proponer la vuelta a la ciudad lacustre.
En diversas ciudades lacustres contemporáneas, el abasto de agua potable es un gran problema debido a la contaminación del líquido.