Volta do mar

En esos viajes el piloto debía navegar hacia el oeste, contraintuitivamente, en la dirección equivocada, es decir, alejándose más de Portugal para coger los siguientes vientos utilizables y regresar a Europa.

La falta de esta información pudo haber condenado a la expedición del siglo XIII de los hermanos genoveses Ugolino y Vadino Vivaldi, que se dirigían hacia las hasta entonces desconocidas islas Canarias y se perdieron; una vez allí, sin entender el giro del Atlántico y la volta do mar, habrían sido incapaces de vencer la ceñida del estrecho de Gibraltar y el regreso al hogar.

El descubrimiento, en el que se basó el comercio del galeón Manila-Acapulco, se debió al español Andrés de Urdaneta, que, navegando en 1565 un convoy a las órdenes de Miguel López de Legazpi, descubrió la ruta de regreso: la flota fue separada por los vientos, siendo algunos barcos dirigidos en dirección sur, pero Urdaneta pensó que los vientos alisios del Pacífico podrían girar como hacía los del Atlántico.

Cruzó los 38 grados Norte antes de girar al este y su corazonada dio sus frutos, arribando a la costa cerca de cabo Mendocino, en California, para, a continuación, seguir la costa hacia el sur hasta Acapulco.

La mayor parte de su tripulación murió en el largo viaje inicial, para el que no se habían aprovisionado suficientemente.

Mapa de los cinco grandes giros del océano