[1] Pertenece a las virtudes públicas que, para la cultura romana, deberían ser compartidas por toda la sociedad.
Por todo esto, era frecuentemente una virtud que se asignaban los emperadores romanos.
A menudo se dividía en diferentes cualidades que incluían prudentia (prudencia), iustitia (justicia), temperantia (templanza, autocontrol) y fortitudo (coraje).
Durante el declive de la élite romana, la clase alta romana ya no se consideraba a sí misma, viril si no servían en el ejército.
[5] La virtud descrita por Aristóteles fue redescubierta en la época medieval por el filósofo musulmán Averroes, que a su vez influyó en Tomás de Aquino para fusionar la virtud y la ética con el cristianismo en relación con el Renacimiento del siglo XII.