Excelencia

Es también un objetivo para el estándar de rendimiento y algo perfecto.

Los antiguos griegos tenían un concepto de areté que significa una aptitud excepcional para un fin.

Se dio la excelencia a las sobrinas del papa Clemente IX a tiempo que sus maridos eran tratados solamente de ilustrísimo y después de su muerte se dio también la excelencia a su sobrino aunque no tuviese ducado ni principado.

En España entró este título de excelencia muy tarde pues en ella aún los reyes se trataron en lo antiguo con gran humildad.

Los mismos pretendientes dicen en sus escritos a los reyes, vuestro fiscal o vuestro patrimonio según la práctica sencilla de la antigüedad con que aún daban plenos tratamiento que el de merced.

Dice Y más abajo llegando a tratar de la permisión que se da para llamar excelencia y a quién, prosigue la misma ley que es la 16, tit.

Así mandó Felipe II que fuese tratado su hermano Juan de Austria, hijo natural del emperador pero sin embargo, estos dos príncipes o por ser hijos de tan augusto padre o por el insigne mérito que consiguieron, sus virtudes, fueron tratados después de altezas, sin haber quien se la rehusase.

Cuando Felipe IV reconoció a Juan de Austria por hijo y le puso casa, quiso colocarle para el tratamiento entre el de infante que es alteza y el de grande que es excelencia y así, mandó que fuese llamado serenísimo lo cual se practicó algunos años.

A los cardenales, aun siendo príncipes y al gran maestre de San Juan, solo se daba señoría ilustrísima.

En Portugal y en España, los capitanes generales y los tenientes generales, por abuso son tratados de excelencia, aún los que no son grandes del reino.