Virgen de la Quinta Angustia (Gaspar de Acosta)

En el contrato se acordó un precio de 500 reales y quedó plasmado que las tallas debían estar terminadas para el Miércoles Santo de 1604.

La pierna derecha se halla flexionada y hacia delante mientras que la izquierda está doblada hacia atrás, gesto que provoca un leve arqueamiento del tronco hacia el lado izquierdo, con el hombro de este lado adelantado respecto al otro.

[7]​ La carga emocional radica en la cabeza, elevada, con la boca ligeramente abierta y los ojos alzados hacia el cielo en actitud suplicante, estando la obra caracterizada en líneas generales por una composición piramidal y robusta, si bien a diferencia de la escultura de Valladolid esta no posee el mismo nivel de patetismo.

[3]​ Los paños lucen una gran cantidad de drapeados en forma de arista («de poca fortuna» según el delegado diocesano para el Patrimonio y la Cultura José Ángel Rivera de las Heras)[3]​ que dotan a la imagen de gran movimiento y aspecto almidonado, destacando un marcado equilibrio en las ondulaciones de todas las prendas, si bien en la zona del pecho, donde la mano derecha entra en contacto con las telas, no se producen tantos pliegues como en la imagen vallisoletana, lo que disminuye la sensación de profundidad, destacando un hueco en el que antiguamente se colocaba un corazón con siete espadas.

La intervención, acometida por Óscar Manuel Morales Romero y con un coste de 1400 euros sufragados en su totalidad por la parroquia de San Vicente Mártir, consistió en eliminar barnices y llevar a cabo una reintegración cromática y volumétrica, añadiéndose un pedestal para dotar de mayor altura a la Virgen debido a que tiene el rostro muy elevado, permitiendo así una mejor apreciación de las facciones.