La devoción e iconografía de la Virgen de la Luz va a contar con diferentes interpretaciones, y ello se refleja en numerosas variantes, aunque todas giren sobre la principal.
Un manto en raso celeste bordado con estrellas doradas que le regalara su Majestad la Reina Isabel II, quien se encomendó a ella para engendrar hijo varón.
Pocos meses después de este hecho, nació su Alteza Real Alfonso XII.
Recientemente, también lo hace con el manto donado en 2019 por el modista de alta costura D. Lorenzo Capriles.
Una original pieza en color rojo "capriles" bordado en oro, montado en organza fantasía y tul dorado.
Este acontecimiento provocaría el origen “lumínico” del nombre de la advocación.
Ante épocas de sequía se traía al pueblo la imagen en las conocidas prerrogativas.
En posición frontal, la talla representa a la Virgen María en pie, con un ligero contrapposto adelantando su pierna izquierda en actitud de mostrar a su Hijo al pueblo, al que sostiene en su brazo izquierdo y con la mano derecha apoyada en una de sus rodillas.
El Niño Jesús, vestido con un batón largo, originalmente se mostraba en actitud de bendecir con su mano derecha, en la que actualmente porta un cetro que, junto con el Orbe o bola del mundo -atributo de Cristo Salvador- que sostiene sobre la mano izquierda, simboliza su realeza y poder misericordioso.
No obstante, desde su restauración en 2009 por el conservador-restaurador sanluqueño Jesús Guerrero García, durante todo el mes de mayo la imagen se expone en su Santuario desvestida para permitir a sus fieles y devotos la perfecta contemplación de la talla y su policromía.
Sin embargo, su composición algo rígida, estática y en bloque, el rostro todavía algo hierático, casi sin expresión, solemne y en cierto modo distante, no permiten una atribución fiable al maestro de Alcalá la Real (1568-1649), a caballo ya entre el Renacimiento y el Barroco.
Desde entonces no es conocida ninguna otra intervención sobre la talla, si bien durante los trabajos llevados a cabo en 2009 se ha podido confirmar que las manos del Niño Jesús no deben tratarse tampoco de las originales ya que la derecha inicialmente debía estar en actitud de bendecir, tal y como desvelan antiguos grabados hasta el siglo XIX.