Sus hermanos también se dedicaron a la música: Francisco Javier Nebra Blasco (1705-1741) fue organista en La Seo, en Zaragoza, y Joaquín Ignacio Nebra Blasco (1709-1782) fue igualmente organista de La Seo hasta su muerte, tras el traslado de su hermano a Cuenca en 1729.
Hacia 1723 comienza a componer música escénica que vende en los teatros de Madrid.
Al estreno de la obra, patrocinada por el mencionado noble o vinculada a la corte del momento, podía pertenecer la tonada Selva apacible que si hoy floreciente, atribuida al compositor Juan de Navas (1647-1719) y correspondiente al texto original de Zamora.
Navas fue arpista en la Capilla Real desde comienzos de siglo hasta su muerte y tuvo gran experiencia en el terreno de la música escénica, contando con varios títulos en su producción.
Para esta producción se compusieron nuevos números basados en sainetes, entremeses y sus músicas correspondientes.
Las anotaciones en la partitura nos permiten saber que en las representaciones participaron las actrices Teresa Garrido, María Hidalgo, María Ángela Hidalgo y Jacoba Palomera, las cuales ya conocían la obra al haber participado en representaciones anteriores y, posiblemente, en su estreno.
Aparece Marsias persiguiendo a Delfa, y Zéfiro les aborda pidiendo explicaciones.
Antenor y su criado Marsias, al que creía muerto en el naufragio, se acercan a saludar a las ninfas, cuando sorprenden una escena de celos entre Fedra y Zéfiro.
Llegan todos atraídos por la discusión, y Liríope quiere ceder a los requerimientos de Zéfiro, pero Amor, ahora sin disfraz, se lo impide.
Antenor, que se siente celoso desea abordar a Fedra.
Mientras, Amor ha entrado sin ser visto y permanece a la espera de lo que sucede en los jardines cercanos.
Tersias se resiste a hablar, pero finalmente confirma las intuiciones de Liríope: el Fuego, violencia del deseo, y el Viento, la acechan.
En el jardín las ninfas y Fedra tratan de consolar a Liríope y con ese propósito van a recoger flores para hacer una guirnalda para el escudo de Amor.
El Viento comienza a desatarse, y Liríope le pide que cese, pero Zéfiro acalla su voz cantando.
Amor se presenta enfurecido, y Tiresias le intenta aplacar en vano, siente rabia por no haber podido evitar que Zéfiro se llevase a Liríope.