La palabra viene a partir de la litania latina del griego antiguo λιτανεία (litaneía), que a su vez viene de λιτή (litê), que significa «súplica».
Las devociones cristianas públicas llegaron a ser comunes en el siglo V y se celebraban frecuentemente procesiones, con preferencia por los días que los paganos habían considerado sagrados.
En Roma, el papa y la gente iban en procesión cada día, especialmente en Cuaresma, a una iglesia diferente, para celebrar los Sagrados Misterios.
[1] Aunque se usan mucho menos en el culto judío, las letanías aparecen en la liturgia judía.
Los ejemplos más notables son durante los diez días del arrepentimiento.