A esta unión se opuso su hermano, que tramó por la anulación del matrimonio.
Tras una vacilación inicial, Vicente se adhirió a la conspiración y escenificó una falsa acusación de brujería contra su esposa.
Esta última, inteligentemente, en lugar de responder a la acusación permaneciendo en Mantua (donde temía ser asesinada), se entregó al papa.
El posterior juicio restableció la verdad e Isabel fue absuelta de todos los cargos.
Quedaba designar una rama menor de la familia que sucediese a la principal.