[3] Mayormente han pasado rápidamente de la categoría de naturalizados (que se reproducen sin intervención humana en su nuevo hábitat y en una zona localizada) a invasores, es decir, sin controladores naturales eficaces producen descendencia en tal abundancia que la especie se muestra capacitada para dispersar sus poblaciones sobre una superficie considerable, afectando los procesos biológicos originarios.
[4] Una invasión biológica es un proceso que comienza cuando una especie es trasladada desde su rango nativo de distribución hacia una nueva área (Mack y col., 2000).
La mayor parte de los impactos ambientales producidos por la actividad humana son, hasta cierto punto, reversibles; sin embargo, cuando una especie exótica se ha establecido en un lugar, su erradicación suele ser prácticamente imposible.
Generalmente solo con mucho esfuerzo permanente se logra apenas reducir la población invasora a niveles aceptables para el funcionamiento ecosistémico, pero no su extirpación absoluta.
[6] Es que muchas de las especies introducidas en el actual territorio argentino llegaron junto con los conquistadores españoles, en el siglo XVI.
Y en general se lo encuentra bordeando las estribaciones del Himalaya, en planicies, colinas, bosques, con preferencia por las zonas cercanas al agua.
Presenta poblaciones en las provincias de Tucumán, Formosa, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, San Luis, La Pampa, Buenos Aires, Río Negro y Neuquén.
[30][31] El ciervo del padre David (Elaphurus davidianus) es un raro cérvido extinguido en su patria de origen (República Popular China), el que solo se conserva en zoológicos y algunos focos donde fue asilvestrado.
En el año 1969 fue liberado un macho y 2 hembras, los que con el tiempo conformaron una manada, en el pedemonte andino del Neuquén (Parque Diana).
Posteriormente se expandió por todo el centro del país, ayudado también por nuevas traslocaciones, por ejemplo en la Mesopotamia, donde fue introducido en Entre Ríos en la década de 1950, llegando al parque nacional El Palmar en 1976.
[66] Rápidamente comenzaron a multiplicar sus efectivos, cubriendo poco a poco primero cada valle del sector argentino, luego no tardaron en cruzar la frontera y hacer lo propio con el sector chileno de la isla Grande, para proseguir más tarde con las restantes islas del archipiélago fueguino.
El peor ha resultado ser el castor el cual, si bien se lo captura por su carne y piel (caza subencionada por el estado), está afectando seriamente el ecosistema forestal fueguino.
La fauna no poseía adaptaciones para sobrellevar las acciones de un eficaz predador social; los más afectados parecen ser los cérvidos nativos.
[79] El gato europeo doméstico (Felis silvestris catus) también forma poblaciones ferales, y como ocurre en el resto del mundo,[80][81][82] caza aves y pequeños mamíferos, si bien en las áreas continentales del país su daño es limitado al estar las poblaciones nativas adaptadas a la predación de pequeños felinos nativos.
En algunas zonas constituyen un grave problema, al punto que su población debe ser limitada mediante la caza de control.
Además, tienen un tipo especial de articulaciones que le aportan flexibilidad y agilidad para moverse a través del fango.
La cabra cimarrona (Capra aegagrus hircus) generó poblaciones ferales en los ambientes agrestes del país, especialmente en zonas serrano-montanas y en chaqueñas semiáridas.
[98] Si bien sus poblaciones continentales causan graves disturbios, en la isla Grande de Tierra del Fuego el problema fue por momentos catastrófico.
Sin embargo, el problema si bien aún subsiste, está lejos de alcanzar el nivel que presentaba a mediados del siglo XX.
Tiene manchas repartidas en su cuerpo, en la parte superior son verdes o marrones y en los costados se mezclan con pintas rojas envueltas en círculos pálidos.
Como la trucha marrón vive en ambientes poco accesibles, sitios donde a veces es difícil llegar con un señuelo, posee además una modalidad esquiva, impredecible, agresiva y enormemente astuta, que la hacen difícil de engañar, por lo tanto, es sin duda, una especie codiciada para la pesca deportiva Pejerrey patagonico El pejerrey patagónico, posee un cuerpo grueso y cabeza corta.
Los pejerreyes patagónicos se desplazan en cardúmenes en ambientes con abundante vegetación, que no sólo les brindan protección, sino un lugar adecuado para sus hábitos reproductivos.
Los faisanes de la isla Victoria compiten por los recursos con las aves nativas, ya que consumen semillas, frutos e insectos.
[108][109] Ambas especies se las encuentra mayormente sobre vegetación exótica, sin haberse notificado aún algún tipo de daño a la biota nativa.
[115] Un anfibio introducido que sí ya está bien establecido en el país y es uno de los más invasivos y dañinos del mundo es la rana toro (Lithobates catesbeianus), la cual fue llevada a todo el globo por ser la mejor especie de anfibio para se multiplicado en granjas productivas para ser comercializado como un alimento delicatessen.
Una tercera especie el gecko africano (Hemidactylus mabouia) fue registrada en los mismos ambientes, pero es más escasa y es localizada solo en el nordeste del país.
[135] Por otra parte este pez era muy popular entre las personas que vivían cerca de lagos artificiales en plazas donde esta especie se la usaba como fines decorativos.
A esta especie se debe la única pesquería comercial de salmónidos argentinos, la ubicada en el santacruceño lago Cardiel.
El salmón chinuc o real (Oncorhynchus tshawytscha) fue liberado intensamente en la Patagonia a partir del año 1904, tanto en las cabeceras de los grandes ríos transversales como en los lagos cordilleranos.
La trucha alpina (Salvelinus alpinus) fue liberada en la isla Grande de Tierra del Fuego, donde se sospecha que aún conserva poblaciones.