Son muy frecuentes en las zonas altas de las montañas, en las que toda la nieve caída en invierno no llega a derretirse completamente en primavera y verano.
En las zonas cálidas del planeta, se sitúan por encima de los 4000 o 5000 metros.
En primavera o verano, las nevadas remiten y la nieve comienza a fundirse dejando superficies descubiertas.
La diferencia entre un glaciar y un helero no es exclusivamente el mayor espesor del primero.
Estas zonas están protegidas, de modo que el viento forma torbellinos atrayendo la nieve.