Llamada en latín vitta, la venda era una cinta que ceñía en la frente o el cabello.
Servía como adorno de la cabeza y era un símbolo del pudor privado a las cortesanas.
En los sacrificios solemnes, los sacerdotes y también las víctimas tenían la cabeza adornada de vendas que llamaban sagradas.
Los reyes de Persia añadieron la venda real a sus tiaras.
Los primeros emperadroes romanos evitaron escrupulosamente llevar un adorno que repugnaba a sus súbditos y se coronaron simplemente de laurel.
Estas se llaman vinctae, del verbo vincere que significa ligar o atar.
El contenido de este artículo incorpora material del diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat de los años 1906 a 1914 que se encuentra en el dominio público.