El músculo liso de la pared vascular responde a diferentes estímulos, entre ellos las aferencias del sistema nervioso autónomo, sustancias secretadas por células inflamatorias y numerosos fármacos.
Ante un incremento de presión, envían señales al sistema nervioso central que mediante órdenes automáticas mediadas por el sistema nervioso autónomo provoca vasodilatación de los vasos sanguíneos periféricos y disminución de la frecuencia cardíaca para volver a equilibrar la presión arterial y que esta se mantenga estable a pesar de cambios posturales u otras alteraciones.
Son sustancias que produce el propio organismo y tienen la capacidad de provocar vasodilatación, entre ellas el óxido nítrico, la histamina, la bradicinina, la sustancia P y el péptido intestinal vasoactivo.
[2][3] En medicina se utilizan diversos medicamentos con propiedades vasodilatadoras.
También es vasodilatora la cafinitrina que se utiliza en las crisis de angor.