Así, todas las lenguas modernas son la evolución histórica de una variedad lingüística anterior, frecuentemente llamada de la misma manera, que presentaba algunas diferencias fonológicas, gramaticales y léxicas con la variante moderna.
Esto es importante, porque en algunos casos el uso de ciertas etiquetas muy generales como "idioma griego" en realidad cubre variedades lingüísticas diferentes entre sí que podrían ser consideradas lenguas diferentes, aunque emparentadas.
[1] Además tanto en el caso del chino clásico y el griego clásico, había otras variedades sincrónicas que no eran diferentes de ellas.
Esto justifica el análisis que diferencia entre sincronía y diacronía.
Así por ejemplo, las modernas lenguas romances, en general difieren notoriamente de los protorromances de los que derivaron, que a su vez difieren en numerosos aspectos del latín clásico, que a su vez difiere del latín arcaico.