[1] La primera titulación potenciométrica fue realizada en 1893 por Robert Behrend en el Instituto Ostwald de Leipzig.
Esto se utilizó para localizar los puntos finales de las valoraciones.
[2] Después de estas primeras observaciones, Wilhelm Böttger utilizó la titulación potenciométrica para observar las diferencias en la valoración entre ácidos fuertes y débiles, así como el comportamiento de los ácidos polibásicos.
[2] Con el tiempo, el empleo de la valoración potenciométrica como herramienta del análisis químico se ha ido extendiendo y hoy día es frecuente su utilización rutinaria en análisis de suelos, en análisis industriales e incluso en biomedicina, etc. [4]ya que la valoración potenciométrica es especialmente útil en aquellos casos en que las disoluciones son turbias o coloreadas, lo que dificulta mucho la detección del punto final mediante el empleo de indicadores químicos visuales.
El electrodo indicador forma una semicelda electroquímica con los iones de interés en la solución objeto del análisis.
En este caso, el operador añade porciones de reactivo valorante y trascurridos unos pocos segundos, mide y anota el potencial de celda (en voltios o en pH, según sea el caso) en función del volumen total de reactivo que lleva añadido.
[5] Una vez que se ha obtenido el gráfico con la curva de valoración, es necesario establecer el volumen en el cual se ha completado la reacción, es decir, el volumen correspondiente al punto final que permitirá realizar los correspondientes cálculos estequiométricos necesarios para establecer la concentración del analito.
MATLAB®) que, una vez leído el archivo con los datos de la valoración, lo representan y ejecutan la derivada, siguiendo las instrucciones suministradas por el operador.
En algunos casos, sobre todo cuando la pendiente es muy pequeña, es difícil localizar exactamente el punto final a partir de la curva derivada.