[1] Según la tradición, San Gil llegó al valle alrededor del año 700.
Este santo, de origen ateniense, residió en el valle durante cuatro años.
Siempre según la leyenda, el santo talló una imagen de la Virgen que escondió en una cueva al verse obligado a huir cuando los árabes invadieron la península ibérica.
De rasgos primitivos, la talla mantiene aún su policromía perfectamente conservada.
Este color le valió el apelativo de moreneta del Pirineu.
Las mujeres que desean tener hijos colocan su cabeza bajo la olla de San Gil y hacen tocar la campana.
Junto al albergue se encontraba una capilla dedicada a Santa María.
Ese mismo año, el papa Alejandro III concedió indulgencia a todos los peregrinos del lugar.
La imagen terminó en Suiza y estuvo oculta hasta 1941, año en el que regresó al valle.