Valentín de Olano

Permaneció luego un año en Valladolid con objeto de perfeccionarse en la práctica forense.Tras “seis años de emigración”,[5]​ como él lo expresara, regresó a Guipúzcoa.Opuesto a la centralización administrativa, “que acaba con tantos nobles recuerdos y mata todo espíritu local, todo sentimiento histórico popular”, abrigaba la idea de la reconciliación plasmada en el Abrazo de Vergara, que aspiraba a revivir con la participación de los diputados vascos en el Congreso, y del respeto al trono.Su discurso provocó la ovación y el aplauso de los allí congregados.Las muestras de adhesión y acogida no se hicieron esperar en el territorio vasco.Las respectivas Diputaciones repartieron por los pueblos circulares que reproducían las palabras de Olano.El fallecimiento de Olano revivió su célebre discurso, recordado en la necrológica que Pedro Egaña le dedicó en La España (6-7-1851): “¡Ya no existe!...Se le dio sepultura en el cementerio, y todavía hoy en su panteón familiar se puede contemplar una lápida que le recuerda con la siguiente inscripción: Hemen dugu Valentin de Olano, Euskal Herriaren alde saiatu zen lege gizon, hizlari ospetsu eta foru zale haundia.