Víctor Mirecki Larramat

Hijo del conde polaco Aleksander Mirecki y de Marie Zelinne Larramat, pasa su primera infancia en un notable ambiente musical.

Allí nacen sus tres hijos, Maurice, Víctor y Françoise, que terminarían todos dedicados a la música.

Allí debutó como chelo solista en el estreno del Fausto de Charles Gounod.

Sus intenciones de afincarse definitivamente en Madrid se resuelven al año siguiente.

Animado por Sarasate prepara en 1874 una gira europea, que le llevaría a Lisboa, Londres y París, pero la cancela momentáneamente al ser convocada la oposición a la cátedra de violonchelo, recién creada en la Escuela Nacional de Música madrileña.

Viejo conocido del rey, que le había escuchado años antes en las sesiones musicales que se celebraban en el palacio parisino de su madre, éste se interesa por su ingreso en la Capilla Real, y Víctor Mirecki ocupa la plaza de violonchelo tras un examen privado, que consistió en un pequeño concierto de solista ante la Corte.

En aquel tiempo estaba constituido por dos violines y dos violonchelos, ya que la viola había sido sustraída por José Bonaparte durante la Guerra de la Independencia y no sería recuperada hasta 1951 por Juan Ruiz Casaux.

Cuando Víctor Mirecki se hace cargo de la colección, los instrumentos se hallan en estado precario, mal guardados, sometidos a ambientes de humedad y temperatura inadecuados, y con reparaciones previas que dañaban gravemente su sonoridad.

La última restauración de los instrumentos estaba datada entre los años 1770 y 1790 aproximadamente, y luego habían sido sometidos a numerosos retoques que les habían hecho perder calidad de sonido.

Por su consejo, se estableció un protocolo de conservación, estableciendo que fueran afinados y hechos sonar todas las semanas, para asegurar su mantenimiento óptimo y localizar las posibles deficiencias que pudieran sufrir.

Tras muchas peticiones del público, la Sociedad de Cuartetos comienza a programar obras para violonchelo y piano, a partir de la temporada 1881-1882, en los que actúa con los pianistas Juan María Guelbenzu y André Chevallier.

Su vida en la última década del siglo XIX y la primera del XX está marcada por la enfermedad, una dolencia pulmonar que le obliga a trasladarse asiduamente al balneario de Panticosa para descansar.

Así que escribe a su discípulo Luis Amato, en ese momento violonchelista en la Ópera de París y profesor del Conservatorio, quien recibe y ayuda a Falla en su vida parisina.

Una vez estrenada La vida breve en París, en 1914 y con gran éxito, le escribe a Falla requiriéndore la partitura de la ópera para tramitar otra vez su estreno en Madrid, pero no lo logra.

Según La Crítica (1890), refiriéndose a su técnica violonchelística: “Mirecki daba a su parte más acabada expresión por medio de un mecanismo cuya pulsación indica los grandes estudios que ha hecho en tan difícil instrumento”.

Igualmente, la Ilustración Musical Hispano-americana señala: “Es elegante en el decir sin que haya acudido jamás a esos efectos de ejecución, siempre de mal gusto, por medio de los cuales es tan fácil obtener un aplauso: el sonido que hace brotar del su instrumento es admirable, como producido por aquel arco sin igual elogiado por propios y extraños”.

La falange numerosa de notables violonchelistas, entre los cuales descuellan algunas celebridades, es obra suya”.

En el elenco de sus discípulos aparecen nombres como Agustín Rubio, Luis Sarmiento, Luis Amato, Alejandro Ruiz de Tejada, Alfredo Larrocha, Julia Terzi, José González, su hijo Rafael Mirecki, y, destacando entre todos ellos, Juan Ruiz Casaux, alumno preferido, casado con su hija María Teresa, y que le sucedería en sus puestos en Palacio y en el Conservatorio.