Un anciano con su nieto

La vegetación está iluminada con reflejos dorados, mientras que en la distancia las colinas más lejanas se pierden en la niebla, difuminadas en tonos azules.

[1]​[2]​ Más que insinuar un defecto de su carácter, el cuadro invita a apreciar la virtud del hombre.

La atmósfera familiar y el profundo vínculo afectivo quedan resaltados con el contacto visual entre ambos, que se miran con una gran serenidad.

La diagonal creada por las direcciones de las miradas queda perfectamente equilibrada con la composición del paisaje que se abre a la derecha.

[2]​ Estas marcas estarían producidas probablemente por un clavo que sobresalía de la caja en la cual fue transportada la pintura a caballo.

El dibujo, que actualmente se conserva en el Museo Nacional de Estocolmo, muestra al anciano con los ojos cerrados.

Esto hace suponer que el retrato podría haber sido realizado mientras el modelo dormía o tras su muerte, en cuyo caso habría servido como máscara mortuoria gráfica.

Cabeza de anciano . Dibujo con punta de metal sobre papel rosa, realzado con blanco. 28.1 cm x 21.5 cm. Museo Nacional de Estocolmo .
Imagen anterior a la restauración de 1996.