Este tratado, firmado el 24 de abril [O.S.
14 de abril] de 1629 terminó una guerra entre Inglaterra y Francia que se había iniciado en 1627.
Cada parte podía mantener los territorios capturados durante el conflicto, pero estaban obligados a regresar los territorios tomados después de firmada la paz.
Esta última cláusula afectó un número de territorios tomados en Nueva Francia, incluyendo Quebec, el cual fue entregado por Samuel de Champlain en julio de 1629 a David Kirke y sus hermanos, tres meses después de firmada la paz, así como otros territorios en Acadia (en la actualidad, la península de Nueva Escocia, entonces una colonia escocesa, y la Isla del Cabo Bretón).
Nueva Francia no fue plenamente restaurada a dominio francés hasta el Tratado de Sant-Germain-en-Laye de 1632.