[2] El RAD surge del fracaso para formar un apego seguro con los cuidadores primarios en la infancia temprana.
No obstante, la presentación clínica varía de acuerdo con las edades cronológica y mental del infante, aunque siempre involucra perturbaciones en las interacciones sociales.
[9] La principal manifestación son las relaciones sociales muy inapropiadas, lo que se puede expresar de dos formas:[10] Aunque es común que el RAD se relacione con un trato negligente y abusivo, los diagnósticos automáticos en este sentido no son apropiados pues los infantes pueden establecer un apego y desarrollar relaciones sociales pese a haber sufrido negligencia y marcados abusos.
El abuso puede ocurrir junto con otros factores, pero por sí mismo no explica el trastorno.
Igualmente, no se ha resuelto la cuestión del temperamento y su influencia en el desarrollo de la condición.
Por otra parte, el RAD nunca se ha reportado en ausencia de graves adversidades ambientales.
[23] Hay poca información epidemiológica del RAD, no está bien definido su curso y parece ser difícil de diagnosticar con exactitud.
[10] Tampoco está del todo clara su presentación clínica más allá de los cinco años y se complica distinguir entre los aspectos de estos trastornos, el apego desorganizado o las consecuencias del maltrato.
Dado que las características del RAD pueden presentarse en otros trastornos, la AACAP recomienda evitar dar un diagnóstico de este tipo sin antes hacer una evaluación completa.
En este sentido, los comportamientos utilizados para el diagnóstico de RAD cambian considerablemente con el desarrollo y es complicado definir conductas análogas en niños mayores.
[5] Puede no ser posible la evaluación del RAD tras la edad escolar pues, para ese momento, el niño se ha desarrollado individualmente a tal punto que las experiencias de apego previas son solamente un factor dentro de muchos otros que determinan sus emociones y comportamientos.
[2] Pese a las diferentes denominaciones, las dos clasificaciones son similares y muestran algunas semejanzas en sus criterios diagnósticos.
El CIE-10 establece que la forma inhibida es probablemente «producto directo de negligencia paternal grave, abuso o maltrato importante».
[30] Por otra parte, la forma desinhibida está descrita como un trastorno caracterizado por un patrón de comportamiento «culturalmente inapropiado, demasiado familiar con personas relativamente extrañas».
[10][35][36] Diversos trastornos, como los conductuales, los de ansiedad (como el de ansiedad social), el negativista desafiante y por estrés postraumático, comparten muchos síntomas y comúnmente son comórbidos con el RAD, lo que puede conducir a un sobrediagnóstico o a que no sea diagnosticado.
Algunos de estos tratamientos y programas apuntan específicamente a cuidadores adoptivos y no a padres, pues frecuentemente los comportamientos de apego mostrados por infantes o niños con dificultades no provocan las respuestas apropiadas en el cuidador.
Sin embargo, es común su aplicación a niños maltratados, particularmente aquellos en cuidado temporal, cuidado familiar o en sistemas de adopción y poblaciones relacionadas, como la de niños adoptados internacionalmente o en orfanatos.
«Algunos ofrecen evidencia que apoya sus técnicas, pero ninguna se ha publicado en revistas médicas o de salud mental respetadas».
[23] Esta condición puede persistir por años, incluso entre niños que subsecuentemente presentan un apego preferido con sus nuevos cuidadores.
No está claro si estos comportamientos deben considerarse parte del apego trastornado.
[52] En otro artículo, que empleó cuestionarios, se encontró que los niños de entre tres y seis años diagnosticados con RAD obtienen un menor puntaje en empatía, pero mayor en autocontrol (regulación del comportamiento propio para «verse bien»).
[53] Se desconoce la prevalencia, pero parece ser que el trastorno reactivo del apego es muy poco común.
En este sentido, hay otros diagnósticos más comunes y manifiestamente tratables que pueden explicar tales comportamientos.
[10] Hay poca información sobre las condiciones comórbidas, pero existen algunas que surgen bajo las mismas circunstancias, como maltrato e institucionalización.
Sus criterios diagnósticos incluyeron su aparición antes de los ocho meses y se equiparó con el retraso en el desarrollo.
Tales cambios fueron producto de mayores investigaciones en menores maltratados e institucionalizados y se mantuvieron en la versión DSM-5 (2013).
Ambas nosologías se enfocan no solamente en niños pequeños con riesgo incrementado de desarrollar ulteriores trastornos, sino también en aquellos que ya muestran alteraciones clínicas.
Esa teoría usa conceptos psicológicos, etológicos y evolutivos para explicar comportamientos sociales típicos de infantes.
En el apego ansioso-evitativo no explora mucho, evita o ignora al cuidador, muestra pocas reacciones con su partida o retorno y tratará a los extraños de forma similar, con un limitado rango emocional.
[73][74] Por otra parte, Schechter y Willheim mostraron una asociación entre la violencia materna relacionada con el trastorno por estrés postraumático y las distorsiones de base segura, caracterizadas por temeridad del infante, ansiedad por separación, hipervigilancia e inversión de roles.