Transcripción fonética

Esto sucede porque los sistemas ortográficos no recogen todas las diferencias fonéticas existentes en la lengua hablada o incluye convenciones ortográficas no presentes en el habla (como representar un determinado sonido por grupos de varias letras o signos, o usar signos diferentes para el mismo sonido en distintas ocasiones) y estas peculiaridades deben ser aprendidas de memoria.

La transcripción fonética nos da, una a una, las relaciones entre los símbolos y los sonidos, diferente del alfabeto romano.

Por ejemplo, una pronunciación concreta de la palabra inglesa little puede ser transcrita usando el AFI como /ˈlɪtl̩/ o [ˈlɪtɫ̩]; la transcripción fonémica, colocada entre barras diagonales, indica simplemente que la palabra termina con el fonema /l/; pero en la transcripción detallada, colocada entre corchetes, indica que en el final /l/ ([ɫ]) el sonido es cerrado.

Ha evolucionado desde su primera intención de ser una herramienta pedagógica para idiomas extranjeros, hasta un alfabeto práctico para lingüistas.

Ahora se está convirtiendo en el alfabeto más usado en el campo de la fonética.

Hay también versiones extendidas del AFI, por ejemplo: extIPA, VoQs, y Luciano Canepari's canIPA.

Así, generalmente una transcripción amplia solo da una idea aproximada de los sonidos, ya que muchos rasgos irrelevantes no suelen transcribirse.

Esto es diferente de la notación alfabética, donde la correspondencia entre la forma del carácter y la posición expresiva es arbitraria.

Aunque es más descriptivo que la notación alfabética, la analfabética es menos práctica para muchos propósitos.

Dos ejemplos de este tipo fueron desarrollados por el danés Otto Jespersen (1889) y el estadounidense Kenneth L. Pike (1943).

Alfabeto fonético internacional.
Visible Speech.