La pronunciación es la manera concreta en que una palabra, o todo un idioma, se produce fonéticamente por un hablante.
En un sentido amplio la pronunciación, es la forma en que los símbolos elementales del lenguaje, los fonemas segmentarios o sonidos del habla, aparecen y se organizan en patrones de tono, volumen y duración.
La pronunciación en inglés no sigue reglas tan estrictas como en otros idiomas, lo que implica que muchas veces las palabras no se pronuncian como se escriben, y el mismo sonido puede representarse de diferentes maneras gráficas.
En general, sin embargo, los dialectos regionales del inglés comparten un sistema fonológico muy similar (pero no idéntico).
Este sonido es crucial para alcanzar una pronunciación natural, ya que es uno de los más comunes en el habla cotidiana.
Algunas consonantes no existen en otros idiomas, como la "th" en palabras como this o think.
La pronunciación de este sonido es particularmente difícil para los hispanohablantes, ya que no tiene un equivalente directo en español.
En el inglés británico, la "r" se pronuncia de manera más suave, mientras que en el inglés estadounidense tiende a ser más fuerte y se pronuncia en la parte posterior de la boca.
Estas vocales no existen en muchos otros idiomas y requieren un esfuerzo especial en la pronunciación.
Uno de estos es la "ch", que aparece en palabras como "nicht" (no) o "ich" (yo).
Dependiendo de la vocal que le preceda, la "ch" puede tener dos pronunciaciones diferentes: una suave, como en "ich", y una más fuerte, como en "nicht".
Además, el alemán tiene ciertas reglas sobre la entonación de las frases, especialmente en preguntas y oraciones exclamativas, que deben ser dominadas para sonar naturales.
Se acepta como una obviedad que la pronunciación cambia más o menos continuamente.
Sin embargo, de vez en cuando, lo que podría llamarse un error de pronunciación parece contagiarse y se produce un cambio, a veces tan gradual que sólo se registra en retrospectiva.
[19] Así, mutación-i en inglés y otras lenguas resulta cuando el hablante, anticipando la articulación para una [i] o [j] frontal en la siguiente sílaba (que luego se pierde), cambia la articulación de la vocal en cuestión de atrás hacia adelante.
El propio término es un ejemplo, de ad- ("a") + simil- ("similar"), las formas adsimil- y assimil-, ambas atestiguadas en el latín clásico.
Así, [∫], que representa una asimilación recíproca de [s] + [j], prevalece en la emisión en el inglés en América, pero [sj] en Inglaterra; [č] es habitual en la literatura, pero aparece [tj], a veces tomada como signo de afectación; can't you puede pronunciarse con [tj] o [č], esta última sujeta a sanciones sociales.
Cuando [z] + [j] se convirtió en, visión, el nuevo fonema llenó un vacío en el sistema inglés que el lexicógrafo británico John Hart había señalado medio siglo antes.
En esta concepción lingüística, los errores no son más que desviaciones de las reglas del lenguaje en general.
En algunos hablantes nativos, las fallas pueden estar provocadas por ciertos trastornos neurofisiológicos o neuropsicológicos, como la tartamudez.
una [r] del español o ruso pronunciada [ʁ] por un hablante nativo de francés.
A veces, un hablante de este tipo que quiere ajustarse al estándar, comete errores llamados hipercorrecciones, aplicando por analogía reglas válidas en otras situaciones.