Los trampantojos suelen ser pinturas murales de acentuado realismo diseñadas con una perspectiva tal que, contempladas desde un determinado punto de vista, hacen creer al espectador que el fondo se proyecta más allá del muro o del techo (quadratura, di sotto in sù[11]) o que las figuras sobresalen de él.[13] Las naturalezas muertas o bodegones (en neerlandés betriegerje, "pequeño engaño")[14] fueron en los siglos XVII y XVIII un género en el que los pintores recurrieron particularmente a la utilización del trampantojo.[19] Agatarco,[20] también pintó (hacia 468-458 a. C.) una cortina realista sobre un decorado para una tragedia de Esquilo, la cual suscitó un debate intelectual.Su entorno se realizaba de forma ingenua o primitivista,[22] aunque la pintura gótica fue experimentando la búsqueda del realismo (hecho notablemente destacado en Giotto).[25] Desde las décadas centrales del siglo XVI, el Manierismo se interesó particularmente en la concepción equívoca de los espacios y las perspectivas.[47] Los trampantojos también han sido utilizados con profusión en el cine hasta la aparición de los efectos especiales digitales.[cita requerida] Una variación es el método Schüfftan (por su inventor Eugen Schüfftan),[48] en el que delante de la cámara lo que se colocaba era un espejo parcialmente transparente, sin parte de la película reflectante del mismo.Carl Bratli, Felipe II, rey de España: estudio sobre su vida y su carácter, B. del Amo, 1927, p. 113.