En su origen, designaba a una sola máquina empleada para las transformaciones mágicas de los actores y del decorado[1] Coloquialmente ha llegado a usarse como sinónimo de teatro o mundo del teatro.
Incorporaron al espectáculo distintas fantasías acuáticas, desde simples fuentes a piscinas donde se desarrollaban combates con naves y otras 'maravillas'.
[3] Con la Edad Media, los efectos de tramoya alcanzaron verdadero protagonismo en las representaciones: complicados juegos con poleas, plataformas movibles, trucos y estructuras (como monstruos y demonios que abrían y cerraban sus fauces), admiraban al público no sólo en los misterios religiosos, sino también en puestas en escena de diversos temas profanos.
Los humanistas italianos incorporaron los juegos de perspectiva y profundidad con decorados pintados en fuga, aumentando el número de bastidores ("aforando") e inclinando el suelo del escenario; también introdujeron el "telón de boca" (ese gran lienzo que en el teatro tradicional cae y se levanta y se cierra y se abre separando al público del desarrollo del espectáculo sobre el escenario).
[7] Otro paraíso de los tramoyistas fueron las comedias heroicas, y su aparatosa tramoya y escenografía (edificios trucados que se derrumban, incendios, desfiles, batallas, cañonazos, heridas, bombas, pólvora, duelos a espada).