La Torresaviñán

Francisco Layna Serrano, en su libro Castillos de Guadalajara, hace una breve referencia a la posibilidad de que en La Torresaviñán hubiera podido existir un castro celtíbero, y el propio marqués de Cerralbo confirma hallazgos celtíberos en "el camino real de Sigüenza", en la parte posterior del cerro en que se alza el castillo.

La Torresaviñán pasó a ser posesión del obispo de Sigüenza, a quien sería vendida por los señores de Molina, y en cuyo poder permaneció hasta finales del siglo XIX.

Durante la Guerra de Sucesión entre austrias y borbones, los ejércitos de los austrias, en retirada, volaron a cañonazos las murallas y parte de la torre del castillo, según Francisco Layna Serrano, debido a lo cual presenta su actual aspecto.

Hacia mediados del siglo XIX, el lugar, por entonces con ayuntamiento propio, tenía contabilizada una población de 119 habitantes.

Se constituyó como torre fuerte aislada para la defensa y control de todo un área y de los pueblos o aldeas cercanos, sobre un cerro visualmente privilegiado.