El caso es que allí compuso sus famosas Tristes y Pónticas, falleciendo a los 60 años, en el año 17.
Habla de ella como una avanzada en los confines del mundo, en una región salvaje y estéril, donde se hiela hasta el mar durante los interminables inviernos y gravita siempre la amenaza de los bandoleros bárbaros, que aprovechan el Danubio helado para sus incursiones.
Tomis no es muy conocida desde el punto de vista urbanístico y monumental, pero su prosperidad está atestiguada por el alto nivel artístico, por los numerosos elementos de decoración arquitectónica y fragmentos epigráficos pertenecientes a edificios públicos, por una floreciente industria del vidrio y por el pomposo título de Metrópoli del Ponto, con la que está indicada en las inscripciones.
A sus pies, un viejo con corona torreada que mira hacia ella, apoyándose en una proa de nave, representa la personificación del mar.
La obra, barroca en la concepción y en el estilo, muestra la influencia de las tendencias artísticas del Asia Menor.