En la actualidad, en muchos países occidentales una piel bronceada es deseable estéticamente, mientras las culturas orientales aprecian una tez más pálida.[cita requerida] Popea Sabina, esposa del emperador romano Nerón, seguía esta costumbre.Los individuos difieren en su sensibilidad a la exposición al sol y en su capacidad para broncearse, particularmente según el tipo de pigmentación del piel.[2] Las vitaminas D2 y D3 se encuentran de forma natural en algunos alimentos, aunque siempre aportando cantidades limitadas, siendo mucho mayor la aportación producida por la piel por la exposición a rayos ultravioleta de tipo B (UVB).La exposición a los rayos solares ha demostrado tener propiedades adictivas, al liberar ciertos opioides en el cerebro y es por eso que algunas personas terminan desarrollando un cuadro psiquiátrico denominado tanorexia, que describe la necesidad obsesiva de broncearse.Por ende, todo bronceado se toma dermatológicamente como una reacción natural del cuerpo directamente proporcional al daño que este está percibiendo en su exposición a radiaciones ultravioleta.
Sección transversal 3D que muestra el tono de la piel cada vez más oscuro debido a la producción de más melanina para superar el daño de la melanina causado por el tanino solar.