Toma de Oporto

El desembarco y toma de la ciudad, ejecutados con rapidez y sin mayor contratiempo, puso fin a la lucha sucesoria en el continente, asegurando la integración de Portugal en la Monarquía Hispánica durante sesenta años.

Por tanto, el duque de Alba ordenó a Sancho Dávila marchar sobre Oporto, neutralizando así cualquier posible amenaza.

Dávila partió desde Lisboa con 4.000 soldados de infantería y 400 caballos en el mes de septiembre, viéndose detenido por la caudalosa corriente del Duero sin medios para atravesarla.

Antonio de Crato, temiendo ser entregado por sus mismos secuaces, huyó a Francia con las joyas de la Corona portuguesa, siendo bien recibido por la reina Catalina de Médici, que también pretendía el trono portugués.

Sin embargo, tales esfuerzos se revelarían inútiles, pues la flota sería aplastada por Álvaro de Bazán en la Batalla de la Isla Terceira (1582).

Sancho Dávila
Ribeira de Oporto .