Tomás Félix de Argandoña

Concluido su gobierno, fue trasladado como general de las armas del Callao.

Fue uno de los más prósperos y visionarios gobernadores que tuvo el Tucumán.

Su segunda preocupación fue el hospital, del cual carecía la ciudad desde hacía veinticinco años.

Luego el Cabildo ofreció la conducción a los jesuitas, en enero de 1690.

Solicitó se le concediera guarnición permanente, indicando de qué forma esta podría construirse.