La fermentación o hidrólisis del extracto libera ácido tánico, que produce una tinta de color negro más oscuro.
Este complejo no es soluble en agua, contribuyendo a su permanencia como una tinta de escritura.
Por esta razón, la tinta líquida debe ser almacenada en un frasco bien tapado, y con frecuencia se vuelve inutilizable transcurrido cierto tiempo.
Las primeras técnicas para fabricar esta tinta provienen de Plinio el Viejo.
Numerosos manuscritos se han escrito utilizando tinta ferrogálica, incluido el Codex Sinaiticus, la Biblia más antigua.
El Servicio Postal de los Estados Unidos tenía su propia receta oficial, la cual era empleada en todas las oficinas.
A pesar del desuso, las tintas ferrogálicas todavía se utilizan en plumas estilográficas en aplicaciones que requieren perrmanencia.