Timar (Imperio otomano)

Un timar era una tierra concedida por los sultanes otomanos entre los siglos XIV y XVI, con un valor anual de ingresos fiscales inferior a 20 000 akçes.

Si los ingresos producidos por el timar eran de 20 000 a 100 000 akçes, el timar se llamaba zeamet, y si eran superiores a 100 000 akçes, la tierra se llamaba hass.

[4]​ Los timares podían ser pequeños, cuando los concedían los gobernadores, o grandes, que entonces requerían un certificado del sultán, pero por lo general el timar tenía un valor anual inferior a veinte mil akçes (una moneda de plata otomana).

Sin embargo, era castigado si provocaba el abandono de las tierras cultivadas.

La posesión del timar estaba supeditada al servicio militar activo y si un cipayo no realizaba el servicio militar durante siete años perdía su deber y sus tierras.

Sin embargo, no fue hasta el resurgimiento del imperio bajo Mehmed I en 1413 cuando se desarrolló un sistema de tenencia netamente timar.

Con la reunificación de las tierras otomanas bajo un sultán, estos hombres volverían a tener un título legal sobre sus explotaciones.

Los soldados jenízaros y otros kuls del sultán esperaban cada vez más estas subvenciones como recompensa por participar en el creciente número de campañas.

La solución a esta crisis adoptó dos formas: que más de un cipayo tuviera un solo timar y que, en lugar de recibir una aldea entera, estos recibieran participaciones en muchas aldeas para formar su timar.

Además, impedía que estos obtuvieran un control completo e independiente sobre los campesinos y las tierras de un territorio.

Las funciones exactas de los titulares del arpalik nunca fueron definidas con precisión por el gobierno otomano, lo que provocó frecuentes tensiones entre la Sublime Puerta y las provincias.

[22]​ Estas tensiones probablemente contribuyeron además a la decadencia del sistema tradicional del timar, ya que dejaba a los cipayos claramente fuera de la cadena de mando.

[23]​ Con la aparición de las nuevas tecnologías militares, en particular el cañón, los cipayos, que antaño habían constituido la columna vertebral del ejército otomano, se estaban quedando obsoletos.

Una vez bajo control directo, las tierras vacantes se convertirían en granjas fiscales (mukataa) para asegurar mayores ingresos en efectivo para el gobierno central.