A pesar de su precoz habilidad para tallar y dibujar, su padre nunca mostró interés en sus dotes, hasta que, con doce años, su madrastra le pagó su formación con el escultor William Behnes, en Londres, donde trabajó durante seis años.
[2] Sin embargo, después de haber escrito "My Beautiful Lady", Woolner le confesó a W. B. Scott:[3]
Más tarde, el diario metropolitano de Melbourne "The Argus", declaró:[6]
Así y todo, durante ese tiempo expuso más de cien trabajos en diversas academias e instituciones.
Contrariamente, la revista "Magazine of Art" comentó, haciendo referencia al retrato de Carlyle: