La intención de Russell no es atribuir la carga de la prueba sobre el incrédulo, sino demostrar que una afirmación sin pruebas no es sostenible, pero, si esa afirmación sin pruebas está respaldada por «libros sagrados», «profetas» y tradiciones culturales, el incrédulo que se atreva a dudar corre el riesgo de terminar en un sanatorio mental o en una hoguera.
Según su opinión, si alguien desea creer en una tetera astronómica o en un ser mítico está en su derecho, pero si quiere convencer a los demás de su creencia debe aportar pruebas, no castigar a los que piensan con raciocinio y no con fe.
[3] Respondiendo a la invocación de la «Tetera celestial» de Russell por Richard Dawkins como evidencia contra la religión, una apología del filósofo Paul Chamberlain sostiene que tales argumentos se basan en una distinción indebida entre las afirmaciones positivas y negativas.
Dawkins presenta la tetera como una reductio ad absurdum de esta posición: si el agnosticismo exige dar igual respeto a la creencia e incredulidad en un ser supremo, entonces también debe dar igual respeto a la creencia en una tetera en órbita, ya que la existencia de una tetera en órbita es tan plausible científicamente como la existencia de un ser supremo.
[6] Otro filósofo, Alvin Plantinga, afirma que hay una falsedad en el corazón del argumento de Russell.