Organización municipal de España durante el régimen franquista
El sistema estaba diseñado para garantizar el control burocrático del proceso electoral y, como tal, resultó ser un gran éxito.Se estima que la participación osciló desde el 80%, durante el primer franquismo, a menos del 50%, en sus etapas finales.[1] Hasta 1948 los municipios estaban regidos por Comisiones Gestoras, órganos municipales enteramente designados por el gobierno y gobernadores civiles provinciales.En consecuencia, la representación debía ejercerse no sobre la base del sufragio universal, sino por medio de los llamados órganos intermediadores.[6] A cada votante se le permitía elegir tantos candidatos como mandatos estuvieran disponibles.[6] En comparación con las antiguas regulaciones practicadas durante la Segunda República y la Restauración, el esquema redujo significativamente el número de mandatos: P. ej.Técnicamente, la participación en las elecciones era obligatoria, aunque las sanciones por abstención eran bajas y su aplicación bastante excepcional.[19] Esta posición esquizofrénica de las autoridades es resumida por un estudioso actual, quien señala que todo el sistema fue construido para desalentar la movilización, pero antes del mismo día la propaganda hizo todo lo posible para asegurar la mayor participación posible.[22] Se empleó un mecanismo similar en el caso del Tercio Sindical, aunque esta vez fue la Junta Local la facultada para sugerir sus propios candidatos.[24] En ocasiones, candidatos abiertamente hostiles al Estado franquista consiguieron escaños en los ayuntamientos; fue el caso especialmente durante el tardofranquismo.En ocasiones y en lugares menores incluso candidatos conocidos como comunistas consiguieron validar sus boletas, como un militante del partido elegido de tercio familiar en Lorca en 1971.[22] Una vez conocidos los candidatos, la prensa local solía presentarlos, generalmente manteniendo un tono no partidista y absteniéndose de promover a algunos contendientes sobre otros.[30] A lo largo de todo el período franquista, las elecciones locales funcionaron en su mayor parte como estaban diseñadas.