Participación electoral

En general, la baja participación puede deberse al desencanto, la apatía o la satisfacción.

A menudo se considera que la baja participación no es deseable y se ha producido un amplio debate respecto de los factores que afectan a la participación y sobre cómo incrementarla.

Su causa se ha atribuido a una amplia gama de factores económicos, demográficos, culturales, tecnológicos e institucionales.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, aproximadamente el 70% de la población capacitada se registra para votar, lo cual puede ser un factor importante para explicar la baja participación, que en las últimas décadas apenas ha llegado al 50% en elecciones presidenciales.

[1]​ Por otra parte, en Australia, donde el voto es obligatorio, y en Malta, la participación alcanza el 95%.

Por último, C es el tiempo, esfuerzo y coste financiero que implica el acto de votar.

Dado que P es prácticamente cero en la mayor parte de las elecciones, PB es también casi cero, y en consecuencia D es el elemento más importante que motiva a la gente a votar.

Recientemente, algunos estudiosos han considerado la posibilidad de que B abarque no solo un interés personal en el resultado, sino también preocupación por el bienestar de otros en la sociedad (o al menos por otros miembros del propio grupo o partido preferido).

Las regiones donde se tiene menos confianza en el gobierno son América Latina y Europa del Este, mientras que las regiones que más confianza poseen son Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá y algunos países asiáticos.

La riqueza y la alfabetización tienen cierto efecto en la participación, pero no son medidas fiables.

Si bien las expectativas de alternancia tienen que ver con la competitividad electoral, no se puede establecer relación matemática directa entre participación y competitividad, dado que ésta considera solo los dos primeros partidos del sistema e ignora las diferentes distribuciones del voto en bloques ideológicos.

En las elecciones municipales la participación se sitúa claramente por debajo de las generales y además en una horquilla algo más reducida.

Las elecciones autonómicas muestran una evolución muy parecida (con una participación ligeramente superior), en términos agregados, a las municipales, demostrando la importancia de la coyuntura estatal.

Galicia partía de unos niveles muy bajos pero a lo largo de los años 90 ha ido remontando el vuelo, quizás como consecuencia del ascenso del BNG que ha movilizado a votantes propios y ha obligado al PP y PSG a hacer lo mismo, hasta superar la media estatal en 2009.

Cataluña, por el contrario, sigue arrojando resultados sistemáticamente por debajo de la media estatal.

Salvo el caso catalán, se podría interpretar que la política autonómica viene teniendo una importancia creciente en estas Comunidades del art.

Votantes haciendo cola en el exterior de un colegio electoral de Bagdad durante las elecciones iraquíes de 2005. La participación fue elevada a pesar de la amenaza de violencia.
Gráfica de la credibilidad de gobiernos en algunos países.