[1][2][3] Su único presidente, el autócrata Ahmet Zogu, fue proclamado rey de Albania al año siguiente, acontecimiento que puso fin a la efímera república.
El capital extranjero se introdujo como parte de la política oficial del gobierno, pero el objetivo del régimen de Zogu era en realidad fortalecer el poder personal y enriquecer a sus partidarios.
El régimen de Zog era un estado policial en el que no se toleraba la oposición y las libertades civiles eran prácticamente inexistentes.
También se reorganizaron las responsabilidades departamentales del gobierno para aumentar la construcción de carreteras.
[cita requerida] Muchas empresas italianas, inglesas, francesas y estadounidenses comenzaron a hacer negocios en el mercado albanés, y fueron ayudadas por acuerdos comerciales o mediante inversiones directas.
Yugoslavia, sin embargo, nunca cosechó los dividendos que esperaba cuando invirtió en Zogu.
Rechazó Belgrado y dirigió a Albania hacia Italia en busca de protección.
Sus partidarios fascistas emprendieron un programa descarado destinado a establecer un nuevo imperio romano en la región del Mediterráneo que rivalizaría con Gran Bretaña y Francia.
El primer paso importante en este proceso fue un acuerdo entre Roma y Tirana que permitió a Italia explotar los recursos minerales de Albania.
A mediados de 1926, Italia se propuso ampliar su influencia política en Albania, pidiendo a Tirana que reconociera el interés especial de Roma en Albania y aceptara instructores italianos en el ejército y la policía.
En efecto, el acuerdo garantizaba la posición política de Zogu en Albania, así como la integridad territorial del país.
En noviembre de 1927, Albania e Italia firmaron una alianza defensiva, el Segundo Tratado de Tirana, que reunió a un general italiano y unos cuarenta oficiales para entrenar al ejército albanés.