Con 10 años, mostró su inclinación por la religión y marchó a Coímbra, donde su tío era obispo, para formarse.
Estudió filosofía y teología en la escuela catedralicia, siendo su director espiritual el padre Tello.
Su antiguo director, el padre Tello, lo llamó ya que quería fundar una comunidad religiosa y necesitaba ayuda.
Fue consejero espiritual del rey Alfonso I de Portugal, que hizo donaciones a su orden.
Fue canonizado por el papa Alejandro III, solo pasado un año desde su muerte, en 1163, por su contribución a la reforma de la vida religiosa en Portugal.