Otra prueba del sustrato vascónico, según Vennemann, es la persistencia de vigesimal (numeración con base 20) que, además de en euskera, se encuentra en las lenguas celtas, el francés y el danés.
[7] Joseba Andoni Lakarra, investigador del protoeuskera, critica las tesis de Vennemann, diciendo, como Trask, que utiliza raíces vascas modernas que no se corresponden al vasco arcaico.
[8] En 2001, un estudio científico reveló que vascos y celtas son «genéticamente hermanos de sangre».
[10] En palabras de dicho investigador, «cuando se mira a todos estos elementos en su conjunto, empieza a observarse una imagen que nos deja ver que, a lo largo de toda la costa atlántica de Europa -que incluye más o menos todas las áreas celtas y la zona pirenaica, incluyendo Euskal Herria- se producen amplias similitudes tanto en el cromosoma Y como en el ADN mitocondrial y, hasta cierto punto, también en el de algunos grupos sanguíneos: por ejemplo, el grupo O.
Los análisis genéticos de restos antiguos encontrados en Europa hasta el momento permiten afirmar que el haplogrupo H de AdN mitocondrial propiamente dicho solamente se ha encontrado en Europa, aunque con baja frecuencia, en restos humanos a partir del Neolítico temprano, hace 7.450 años, en tres variantes de H1, así como H23, H26, H46 y H88.
La diversidad del haplogrupo H en Europa aparece a partir del Neolítico Medio, en restos de hace aproximadamente 6.100 a 5.500 años, en los cuales se han encontrado también los haplogrupos H3, H5, H7, H10, H16 y H89.
Como esta cultura estuvo presente en Irlanda y Gran Bretaña, puede pensarse que en esa época el mar ya no era visto como un impedimento insalvable para comunicarse, sino como una oportunidad.