Según esta postura, cuando alguien afirma que «mentir está mal» o que «la justicia es un valor universal», está haciendo una afirmación que, aunque parezca referirse a una realidad objetiva, en realidad no tiene correlato en el mundo.
Aunque la teoría del error como tal fue articulada en el siglo XX por John Mackie[1], sus raíces conceptuales pueden rastrearse en tradiciones filosóficas más antiguas.
[2] Su distinción entre hechos y valores (la «falacia naturalista»[3]) inspiró e, rechazo a la posibilidad de derivar principios morales objetivos a partir de observaciones empíricas.
La teoría del error no busca negar la importancia práctica de los valores y normas morales, sino replantear su fundamento como construcciones humanas en lugar de verdades absolutas.
Su influencia ha permeado debates contemporáneos en ética, filosofía del lenguaje y epistemología , desafinado la concepción tradicional de la moral como un ámbito objetivo.