Críticos de esta corriente, como Georges Poulet y J. Hillis Miller, buscan descubrir la forma en que un autor particular percibe y constituye su visión personal del universo, tal como está representado en la gama entera de sus obras.
[1] Por otro lado, las reflexiones expuestas por el teórico polaco Roman Ingarden (1893-1970) influyeron directamente en Wolfgang Iser, con su teoría de la ‘concretización’ o ‘realización’ de un texto, donde establece que la lectura es un proceso dinámico a través del cual el lector fija o crea el significado potencial del texto.
Lo que Jauss propone es un nuevo tipo de historia literaria, en la cual el papel del crítico sea el de mediador entre cómo se percibía el texto en el pasado y cómo se percibe en el presente.
Esta postura ha pasado por un desarrollo considerable desde 1970 cuando escribió su ensayo "Literature in the Reader: Affective Stylistics".
Esto nos lleva a la premisa del análisis de Fish, que se explicaría de la siguiente manera: debido a que el objeto (el texto literario incluido) siempre está construido por el sujeto, o, para ser más precisos, construido por un grupo de sujetos, este proceso será interpretado desde una "comunidad interpretativa".
En su análisis, Bleich lleva a un extremo la perspectiva de que el significado literario no se encuentra en el texto, sino en los lectores.
A Bleich se le asocia por lo regular con Norman Holland y con la ‘escuela de Buffalo’.
No obstante, Bleich mantiene una postura crítica con referencia al énfasis que Holland hace en la relación "transactiva" entre el lector y el texto.