Teodoro Olarte

Teodoro Olarte (Vitoria, España, 20 de abril de 1908 - San José, Costa Rica, 1980) fue un filósofo español exiliado en América que desarrolló su labor filosófica y pedagógica principalmente en Costa Rica.

Era, como su esposa Sofía Sáez del Castillo, de profundas convicciones religiosas.

Teodoro Olarte realizó sus primeros estudios en la cercana localidad de Arroyabe.

Cuando a los diez años tenía que dar el paso hacia los estudios superiores que se impartían en Vitoria, Teodoro ingresó en la familia franciscana de Aránzazu.

Desde el primer año, Teodoro se distinguió por su inteligencia y por su despierto ingenio.

Teodoro Olarte permaneció en Aránzazu hasta 1931, año de su ordenación sacerdotal.

Aunque no se pueda asegurar, parece que, cuando se trasladó a América, el joven franciscano ya arrastraba un serio problema de vocación.

Los elogios del pequeño país centroamericano y las muchas posibilidades de trabajo cautivaron a Olarte.

Desde el primer momento, fue muy solicitado como profesor de latín, griego, filosofía, psicología, lengua, etc. Su vida durante los primeros años, fue un continuo caminar de un colegio a otro para impartir las disciplinas para las que había sido contratado.

Teodoro Olarte tenía claro que la enseñanza secundaria no era su meta, sino simplemente una etapa de su camino.

Tenía las cualidades físicas como para no pasar desapercibido entre las jóvenes del lugar.

Teodoro, por temperamento y por educación, era muy poco dado a requiebros amorosos.

De esta unión nacieron sus dos hijos: Jaime Adolfo (1950) y Jorge Arturo (1954).

Los resultados tuvieron que ser altamente satisfactorios, porque el curso de psicología siguió vigente durante los siguientes años.

Teodoro Olarte había dado el paso definitivo a la Universidad.

Esta situación le obligaba a simultanear la vida universitaria con la labor docente en diferentes colegios de la ciudad.

Fueron unos pocos números que calaron profundamente en los ambientes culturales de Costa Rica.

En 1956, Teodoro suscribió un contrato laboral con la Universidad de Costa Rica a tiempo completo.

Por otra parte, abandonó sus disciplinas habituales de psicología, latín y gramática castellana para centrarse en lo que a él más le motivaba: la filosofía.

Su presencia era continua en la prensa costarricense, doctor honoris causa por su propia universidad (1973) a petición del claustro de profesores.

Para tener una idea objetiva y clara de su actividad universitaria, hay que añadir a la sorprendente labor académica y de gestión, sus dedicaciones como conferenciante, articulista e investigador filosófico.

Era un hombre ya cansado y un tanto decrépito, marcado por las huellas de la enfermedad.

Su nombramiento como Profesor Emérito tuvo que dulcificar su situación, pero no la solucionó.

Quiso pagar con su trabajo lo que éstos tan generosamente le habían ofrecido: vida y oportunidades.

San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 1980, pags.

"Variaciones filosóficas sobre don Quijote", Revista Universidad de Costa Rica, n.º 3, San José, 1948, págs.