Las palabras que pronunció tras su detención —que China nunca lograría renovarse hasta que hubiera hombres dispuestos a morir por ella— fueron recordadas por varias generaciones de chinos.
[1] Considerado «una de las mentes más originales de su generación», fue más allá que sus maestros al proponer la República como solución al sojuzgamiento de China a las potencias occidentales y a Japón y no la monarquía reformada como defendían entonces Kang y Liang.
Tan Sitong intentó un golpe de Estado para evitar que actuara en contra del emperador pero fracasó.
Kang logró escapar a Hong Kong, mientras que Liang y Tan Sitong se refugiaron en la embajada de Japón.
Una gran multitud contempló cómo se rompía el cuenco.