A diferencia de la rama política del sionismo, fundada por Theodor Herzl y continuada por Chaim Weizmann, el sionismo socialista no creyó que pudiera crearse un Estado judío apelando simplemente a la comunidad internacional o recurriendo al apoyo de naciones poderosas como Gran Bretaña, Alemania o el Imperio otomano.
Asimismo, históricamente fue la corriente dominante del movimiento sionista desde su surgimiento hasta la década de 1970.
[1] De acuerdo con el filósofo Ludovico Silva, Moses Hess sostuvo desde un judaísmo socialista que la alienación religiosa es simplemente la expresión de la alienación social en la cual el trabajador, al estar excluido de la propiedad privada, se ve forzado a alienar su trabajo en las mercancías que él produce pero que no le pertenecen, con lo cual el dinero se convierte en una deidad.
[2] Entre los pensadores principales de esta corriente están: Aunque no fue exactamente un sionista socialista, Iósif Stalin apoyó en la creación del Estado de Israel en 1947, ya que esperaba que fuese un aliado en Asia Occidental para contrarrestar la influencia británica en la región.
[7] Por otra parte, anteriormente en la década de 1920, Stalin había creado primero en Crimea un espacio para la población judía soviética, pero enfrentó problemas con la población local; sin embargo, más tarde Stalin funda el Óblast autónomo Hebreo en Siberia, que aunque resultó un fracaso debido a la ubicación aislada del lugar todavía sigue existiendo.