[5] Los borradores conservados muestran que, en las primeras fases, ciertos pasajes contenían referencias explícitas a personajes y eventos de la novela.
No obstante, los analistas musicales han encontrado muchos puntos en los que la obra sigue evocando la novela.
Quince días antes del estreno, Vaughan Williams organizó y pagó un ensayo de tres horas en el que la sinfonía se interpretó dos veces.
[12] La primera edición de la pieza fue llevada a cabo en 1958 por la editorial Oxford University Press en Londres.
La del estreno dirigida por Sargent duró 30 minutos y 25 segundos, siendo la que más se acerca a las indicaciones metronómicas de la partitura.
[17] Por otra parte, se han cuestionado las indicaciones metronómicas de Vaughan Williams en sus partituras.
Se abre de forma misteriosa y turbulenta con un mi mantenido al unísono en cuatro octavas.
En la recapitulación se oye una variante más sonora de la turbulenta apertura con violín solista y los rasgueos del arpa.
La coda, extraña pero apacible, concluye con una cadencia de saxofón a la Napolitaine, en palabras del compositor.
En la apertura es posible escuchar el sonido del viento que sopla a través de Stonehenge.
Se abre con un solo de fliscorno, instrumento que adquiere aquí mayor protagonismo.
Su canto se ve amenazado por una figura marcial ligeramente sarcástica que sigue intentando abrirse paso.
Evitando mencionar el programa original, Vaughan Williams describe el tema del fliscorno como "tomado de una obra temprana del compositor, afortunadamente descartada hace mucho tiempo, pero cambiada de modo que su propio padre apenas la reconocería".
… Luego, un golpe amenazador del gong trae a la memoria un recuerdo del tema del fliscorno… Después, un rápido crescendo lleva a una repetición de [la marcha] tocada por toda la orquesta, que se apaga de nuevo con suavidad, y el fliscorno y su melodía se escuchan una vez más, esta vez con un contratema por debajo en el clarinete.
El extraordinario Finale presenta una gran variedad de temas, ambientes y referencias pasajeras a los tres movimientos anteriores.
La primera sección comienza con una larga cantilena sobre los violines y luego las violas, con contrapunto de clarinete.
La segunda sección es introducida por una breve frase que aparece a lo largo de todo el Finale, un tema de viola, suave al principio y que se vuelve más fuerte y contrapuntístico para toda la orquesta.
[2] Entre las primeras reacciones destacan las siguientes: En las décadas posteriores a la muerte de Vaughan Williams su producción fue en gran medida ignorada por académicos y críticos musicales, pero no fue olvidada por el público.
La antigua opinión de que la Sinfonía n.º 9 no decía nada nuevo comenzó a ser sustituida: