Sinfonía n.º 7 (Haydn)

[1]​ Por aquel entonces el compositor tenía 29 años y estaba iniciando su periodo al servicio de la familia Esterházy.

Aunque los subtítulos no fueron asignados por el propio compositor, sino por el príncipe Esterházy, fueron adoptados enseguida.

Sin embargo, en cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[9]​ Hartmut Haenchen a favor;[10]​ Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.

No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.

Esta es la segunda de tres sinfonías consecutivas en las que Haydn sigue el transcurso del día.

El movimiento propiamente dicho, marcado Allegro, presenta unas estructuras rítmicas y un uso del contrapunto que también resultan arcaicos, muy parecidos a una obertura operística de Georg Friedrich Händel.

Adagio, está en do menor y luego pasa a sol mayor, en compás de 4/4.

El violín solista eventualmente ofrece fragmentos de un recitativo operístico y adquiere un papel cada vez más prominente a medida que avanza el movimiento.

El Finale, como las anteriores sinfonías, contiene numerosos pasajes solistas para casi todos los instrumentos, pero aquí se intensifica hasta llegar a un punto en el que hay un intercambio de solos y tutti en cada compás.

Recuerda un poco a un aria barroca, con los instrumentos solistas (casi todos los intérpretes principales, al final de la obra) manejando tratamientos cada vez más floridos del bullicioso tema.

Haydn hacia 1770.
Palacio Esterházy en la Wallnerstraße de Viena , lugar del estreno de esta sinfonía.