Para esta tarea prefían a Charles Gounod, quedando como candidatos de reserva Léo Delibes, Jules Massenet y Saint-Saëns.
[8][9] En el periodo anterior a la composición de la sinfonía, Saint-Saëns había advertido a los compositores franceses contra la adopción de técnicas e ideas wagnerianas, no por su falta de mérito o valor estético, sino por su incompatibilidad fundamental con el carácter y la sensibilidad franceses, exhortándoles: "jóvenes músicos, si queréis llegar a ser algo, ¡seguid siendo franceses!".
De sus cinco sinfonías esta fue cronológicamente la quinta y última en ser escrita, cuando el compositor tenía 51 años.
En una breve nota en el London Standard (en la foto), el crítico indicaba que necesitaría volver a escuchar la pieza para formarse una opinión.
El compositor asistió e interpretó un concierto de Mozart, la única obra del programa que no era suya.
[19] La primera edición de la obra fue llevada a cabo por el editor Auguste Durand en 1886 en París.
En principio pretendía ser "un homenaje" al hombre Franz Liszt en vez de a su memoria.
[3] Saint-Saëns utiliza la transformación temática, también presente en la obertura Spartacus y en el Concierto para piano n.º 4.
En segundo lugar, y quizás más importante, el paso a do menor/mayor permite que el enorme acorde de órgano que lanza el Maestoso esté sostenido por un do grave, la nota más grave del instrumento.
También se percibe un homenaje a Bach en el uso de un coral en el Maestoso para unir todos los hilos, y ciertamente Saint-Saëns debe haber tenido a Berlioz en mente, tanto al basar su tema en el Dies irae que figura tan prominentemente en el último movimiento de la Sinfonía fantástica, como en la salvaje escritura para viento madera al comienzo de su segundo movimiento.
Pero Saint-Saëns, como Liszt y Berlioz, consideraba que los elementos anárquicos sólo eran deseables dentro de un marco firmemente establecido: el final de la sinfonía proclama con orgullo do mayor y la supervivencia del orden social.
La primera parte del primer movimiento se abre con una breve introducción, marcada Adagio.
El tempo cambia a Allegro moderato y la sección de cuerdas interpreta el tema principal.
A continuación, estos dos temas se presentan simultáneamente en la breve sección de desarrollo.
Las maderas toman esta apacible melodía y la varían hasta que una nueva transformación del tema inicial inyecta una energía contrastante e inquieta.
La primera parte del segundo movimiento, marcada Allegro moderato – Presto, se inicia con un motivo breve y enérgico.
Le sigue una tercera transformación del tema principal de la sinfonía expuesta con un estallido en las cuerdas graves.
Es quizá la exposición más intensa y agitada del tema inicial, lo cual allana el camino para el Scherzo.
Cuando el tempo cambia a Presto, llega el Scherzo y el piano entra con rápidos arpegios y escalas ascendentes, tocados varias veces sobre diferentes armonías, mientras el acompañamiento de la orquesta dibuja un par de figuras sincopadas.
Esta atmósfera alegre y casi frívola es interrumpida por una frase de una mayor intensidad expresiva, más lírica.
Aparece una nueva transformación del tema principal y esta vez sus vínculos con el Dies irae son muy evidentes.
Siguen unas declaraciones tranquilas antes de que el órgano y la orquesta se unan en una poderosa presentación del tema transformado.
Tras una sección de desarrollo, la sinfonía se cierra con otra brillante coda en do mayor con todas las fuerzas disponibles.
En una breve nota publicada en el London Standard (en la foto), el crítico indicaba que necesitaría volver a escuchar la pieza para formarse una opinión.
La respuesta del público "no tiene precedentes para una obra nueva", y la segunda representación, una semana más tarde, tuvo una acogida similar.